Martín Roberto Vega Encinas
Ante cientos de feligreses, promeseros y curiosos procedentes de diferentes comunidades del bajo río mayo, se llevó a cabo ayer en los hoyos del Río Mayo, el tradicional baño de San Juan Bautista de Pueblo Viejo 2015, que la noche del 23 trajo agua luego de no llover en más de 15 años en la víspera.
La comunidad reunida fue testigo
del rito ofrecido al Santo Patrono del lugar por Esteban Jusacamea Yocupicio,
Cobanaro Mayor de la Etnia Mayo, quien se acompañó de Manuel Maldonado Osuna y
Heberto Esquer Méndez, respectivamente, Mestro y representante de las
autoridades Yoremes Mayos y Guarigíos dando cumplimiento a esta representativa
tradición.
Maldonado Osuna indicó que el
tradicional baño a “San Juancito” en el río Mayo, recuerda el bautismo de Jesús
en el Río Jordán, en donde los Yoremes y Yoris por igual renuevan su bautizo (son
rociados con agua de río), cuya acción estuvo a cargo del Cobanaro Mayor, para
proceder luego la concurrencia a lanzarse el vital líquido entre ellos mismos.
En tanto, otros se arrojaban al
cause del río, cumpliendo de esta forma la Tribu Mayo con una de las fiestas
principales y tradicionales del lugar donde naciera Navojoa.
Previamente con los paskolas, venado, tamboreros y
fiesteros, con banderas a la cabeza principal del cortejo, trasladaron en
procesión al santito desde la ramada tradicional de la placita que se ubica
frente al asilo de ancianos, hasta llegar a las riberas del río Mayo,
destacando durante el trayecto el sonido del tambor que no dejaba de sonar, los
gritos de paskolas y los cohetes que estallaban al ser lanzados aire.
La esfinge de San Juan,
previamente fue desvestida por los santeros mayores para posteriormente
conducirlo a orillas del río donde al ser sumergido a las aguas como símbolo
del bautismo que se recordaba, luego se escuchó un fuerte estallido de cohetes y
cohetones, donde unos lo hicieron de forma de ráfaga, así como se sumó el
sonido del tambor que se incrementó en esos momentos.
Posteriormente de estos ritos,
“San Juancito” fue trasladado de nuevo a la orilla del cauce donde fue otra vez
revestido, procediendo luego con la bendición y adoración de cientos de
participantes que se formaron en fila, siendo Osuna Maldonado quien mojaba las cabezas
de los promeseros como símbolo de la bendición del primo de Jesús que se
extendió a sus hogares, trabajos y sus vidas.
Luego regresó el cortejo con el
santito a la placita de San Juan ubicada frente al asilo de ancianos, el cual
era levantado insistentemente por el santero mayor, con los pascolas danzando
al frente del cortejo, para luego al llegar a la placita ser ubicarlo en la capilla
principal del Bautista, reiniciando los Pascolas y el Venado en la ramada
principal sus danzas étnicas hasta las 14:00 horas.
Así, llegó la hora del reparto de
la comida tradicional a los 24 fiesteros nuevos y a la concurrencia en general,
para proceder nuevamente al cierre de festividades con el rociado de agua a
todos los presentes.